Y su
majestad, el rey de España, abrió su hoja Web. Y nos exhorta a los españoles a no soñar
quimeras ni ahondar heridas; tenemos que
aguantarnos: sufrir lo que haga falta; no denunciar los fallos del sistema; hay
que aguantar. Ese es nuestro destino. O el que quieren algunos.
Pregunta:
¿Quién obra mejor? ¿E l que calla los fallos del sistema y permite que sigan
produciéndose fallos e injusticias, o aquel que los denuncia y propone
sugerencias que puedan dar origen a nuevos caminos que resulten mejores para la
mayoría de personas?
Parece que
su majestad ya ha elegido su opción:
esconder la cabeza.
Y el
príncipe de Asturias caminó entre la gente común. ¡Y repartió apretones de mano
y besos! Y ayudó a un ciclista que se había caído. Y repartió, con señalada
sencillez, apretones de mano y saludos a la gente común. Incluso, un audaz
ciudadano común le animó: “Lo está haciendo muy bien”. Supongo que ¿se refería
a saludar a las gentes comunes?.
Es que el Príncipe es un ángel. Y no me
refiero a que no tenga vida terrenal ni historia ni hechos pecaminosos ni
pensamientos conocidos más allá del Protocolo Celestial del Palacio Real.
Y en el puesto de la banderita que presidía
la princesa consorte, Doña Leticia, un
grupo de simpáticos moteros, que, según
relata El Norte de Castilla “iban bien equipados de cascos, cuero y barbas”
(¿equipados con barbas???), aparcaron sus Harley Davidson y charlaron unos instantes con la amable princesa mientras entregaban sus
donativos.
Y la
Casa Real española tendrá un programa en
Televisión española a partir del próximo sábado. Fantástico. Espléndido.
Sinceramente.
Con el debido respeto, todos estos hechos parecen una película destinada a lavar la cara de la casa real
española. Y a juzgar por los esfuerzos que llevan a cabo, se
deduce que estará como las estancias del rey Augías cuando le encargó al servicio de limpieza de
un tal Heracles que procediese a enmendar la situación
Saludos a todos, Damas y Caballeros.
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