jueves, 27 de febrero de 2014











SALUDOS  DISPERSOS  Y  ADIOSES  CONFUSOS

Hola.
¿Cómo Está?
En ocasiones se siente como un silencio dentro de lo que algunos llaman Alma, y otros nombran como energía, esencia de la persona; lo que no conocemos demasiado.
En ocasiones, uno siente como una lejana niebla de tristeza que se  nos aproxima y termina por envolvernos. Y se producen momentos en los que, de pronto, nos sentimos solos, aunque estemos en compañía.



  Y nos abruman frases, imágenes que no nos satisfacen demasiado (o nada); nos golpean y hacen daño. Y tal vez experimentamos ciertos sentimientos de culpabilidad (¿Será cierto que todos somos culpables de algo? ¿Del fracaso del que murió en la cruz?, ¿Del fracaso del Buddah?, 


¿De no rebelarnos contra unos dirigentes que nos explotan y encima se burlan de nosotros? ¿De no tratar de hacer, Hacer, no permanecer pasivos, hacer algo por intentar, aunque sea un pequeño esfuerzo, por cambiar por lo menos ciertas cosas, ciertos hechos.



   Pero, ¿Hacer Qué?. Demasiadas ideas, exceso de confusión, información abundante, pero sin saber cómo utilizarla.
   Da vergüenza decirlo, pero, en ocasiones, uno se siente casi como un niño, desvalido.



  Y cansado; hastiado. De que casi todos los medios nos machaquen con cifras, tantos por ciento, reconversiones, competitividad, lo vidriosos que son los políticos y lo borrosos que son los grandes empresarios y dediquen alabanzas a promociones descaradas de canciones, libros y películas ¡y personas! que valen mucho menos de lo que aseguran. Es que se trata de dinero, y hay que cantar las canciones de los que pagan la fiesta, sean malas o peores.
  





Quizá no sería malo del todo abrir nuestra antena parabólica personal, pero, en silencio, simplemente, como los del Programa SETI, explorando el cosmos humano  que nos rodea,  procurando prescindir de prejuicios inculcados, sin esperar grandes resultados inmediatos.


   Mirar dentro de nosotros mismos (que viaje  más difícil), poco a poco. Ya me resulta un problema incluso el pescar en un estanque desbordante de peces hambrientos.
   Puede que siempre nos queden las palabras y la intención de traducir en ellas las imágenes que habitan dentro de nuestro cerebro o  del conjunto de átomos que forman nuestro ser. Y quizá logremos cohesionarlos más al  intentar averiguar cuáles son sus impulsos revelados en aproximaciones del lenguaje.





   Por cierto, ¿somos nosotros o somos la suma dispersa de las personas que hemos hallado  --y hallamos, en el decurso de la vida?  ¿Somos realmente libres de elegir la forma de nuestra manera de ser?  ¿Cómo saber las preguntas adecuadas? 


¿Cómo juzgar acertadamente las respuestas? ¿Son la soledad y el silencio los mejores moldes para construir el verdadero ser? ¿Es adecuado el embriagarse sin querer pensar mucho en nada? ¿Eso es la vida?.







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