SALUDOS DISPERSOS
Y ADIOSES CONFUSOS
Hola.
¿Cómo Está?
En
ocasiones se siente como un silencio dentro de lo que algunos llaman Alma, y
otros nombran como energía, esencia de la persona; lo que no conocemos
demasiado.
En
ocasiones, uno siente como una lejana niebla de tristeza que se nos aproxima y termina por envolvernos. Y se
producen momentos en los que, de pronto, nos sentimos solos, aunque estemos en
compañía.
Y nos abruman frases, imágenes que no nos
satisfacen demasiado (o nada); nos golpean y hacen daño. Y tal vez
experimentamos ciertos sentimientos de culpabilidad (¿Será cierto que todos
somos culpables de algo? ¿Del fracaso del que murió en la cruz?, ¿Del fracaso
del Buddah?,
¿De no rebelarnos contra unos dirigentes que nos explotan y encima
se burlan de nosotros? ¿De no tratar de hacer, Hacer, no permanecer pasivos,
hacer algo por intentar, aunque sea un pequeño esfuerzo, por cambiar por lo
menos ciertas cosas, ciertos hechos.
Pero, ¿Hacer Qué?. Demasiadas ideas, exceso
de confusión, información abundante, pero sin saber cómo utilizarla.
Da vergüenza decirlo, pero, en ocasiones,
uno se siente casi como un niño, desvalido.
Y cansado; hastiado. De que casi todos los
medios nos machaquen con cifras, tantos por ciento, reconversiones, competitividad,
lo vidriosos que son los políticos y lo borrosos que son los grandes
empresarios y dediquen alabanzas a promociones descaradas de canciones, libros
y películas ¡y personas! que valen mucho menos de lo que aseguran. Es que se
trata de dinero, y hay que cantar las canciones de los que pagan la fiesta,
sean malas o peores.
Quizá no sería malo del todo abrir nuestra
antena parabólica personal, pero, en silencio, simplemente, como los del
Programa SETI, explorando el cosmos humano que nos rodea, procurando prescindir de prejuicios inculcados,
sin esperar grandes resultados inmediatos.
Mirar dentro de nosotros mismos (que
viaje más difícil), poco a poco. Ya me
resulta un problema incluso el pescar en un estanque desbordante de peces
hambrientos.
Puede que siempre nos queden las palabras y
la intención de traducir en ellas las imágenes que habitan dentro de nuestro
cerebro o del conjunto de átomos que
forman nuestro ser. Y quizá logremos cohesionarlos más al intentar averiguar cuáles son sus impulsos
revelados en aproximaciones del lenguaje.
Por cierto, ¿somos nosotros o somos la suma
dispersa de las personas que hemos hallado
--y hallamos, en el decurso de la vida?
¿Somos realmente libres de elegir la forma de nuestra manera de ser? ¿Cómo saber las preguntas adecuadas?
¿Cómo
juzgar acertadamente las respuestas? ¿Son la soledad y el silencio los mejores
moldes para construir el verdadero ser? ¿Es adecuado el embriagarse sin querer
pensar mucho en nada? ¿Eso es la vida?.
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